"Mi cuerpo, tu distancia y una tierra que de pronto soltó amarras. Partiste ausentando huellas, dejando mi piel marcada en un trazo. Frente a la luna sostuve mi esencia cautiva, tal vez penitente, pues ante la vista de otros yo era tan sólo una mujer pariendo el deseo real de ser amada. Aquella única vez que pasaste por mis caderas, sedientas de cobijo, pude sentir el roce de una manos que cincelaban el secreto antiguo de saberme encendida. Quise hallarte de nuevo. Quise descubrirte entre cada rostro que cruzaba por mi senda, pero la nada sonó su conocida melodía y nunca más sonrieron tus labios ni vi tu mirada apresando el origen de la mía.
Transeúnte de los olvidos.
No pude contarte que, en aquél anochecer, dejé de ser niña de fuego para transformarme en Mujer, ahora parida por el dolor de la vida"©Karina Isabel Roldán